Educar no es transmitir paquetes cerrados de conocimientos que los alumnos deben memorizar y repetir, sino que fundamentalmente es ayudar a aprender, desarrollar la inteligencia creadora, de modo que el alumno adquiera progresivamente la capacidad de un pensamiento cada vez más personal e independiente que le permita el aprendizaje continuo. El verdadero reto que hoy se le plantea a la escuela, no es tanto “impartir” o “transmitir” valores, sino sembrar y vivir los valores que se buscan en la práctica educativa de todos lo días.
Izarra, D., López, I., & Prince, E. (2003). El perfil del educador. Revista ciencias de la Educación, 21, 27-147.
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